LA ENTREVISTA DEL MES

CADA MES IREMOS ENTREVISTANDO A UN PERSONAJE

Mns. Don Manuel Ureña

A punto de cumplir los 25 años de la restauración de la diócesis de Alcalá y por tanto, a 25 años de que fuera nombrado obispo de la misma por San Juan Pablo II, ¿qué recuerdos tiene de la época?

Los recuerdos son verdaderamente entrañables, y recuerdos son todos. Pero yo quisiera nombrar en primer lugar, con recuerdo muy afectuoso y agradecimiento, a los obispos que yo me encontré en la provincia eclesiástica recién constituida en Alcalá. En primer lugar, al Cardenal Don Ángel Suquía Goicochea, que fue obispo de Madrid.

Agradecimiento a los todos los sacerdotes que yo me encontré allí, los cuales en cumplimento de la bula de la fundación de la Diócesis, tenían autorización de Roma para trasladarse a la diócesis de Madrid y sin embargo, prácticamente la totalidad de los que yo me encontré, se quedó para ayudarme a montar la diócesis. Después el esfuerzo de todos los sacerdotes, seglares y religiosos en la constitución de la propia diócesis. Ese es el recuerdo más imborrable que hay. La comprensión de todos, comprender que era una empresa nueva en la que nos veíamos inmersos, y que por tanto había que levantar eso.

 

Siendo usted obispo complutense, la Iglesia de Camarma fue el primer templo restaurado de la diócesis, de una larga lista de iglesias restauradas. ¿Qué le llevó a preocuparse por los templos en una diócesis sin recursos?

Es muy sencillo, aunque lo importante es el  templo espiritual que hay en cada uno de los cristianos, sin embargo, también son importante los templos materiales, porque son los lugares donde nos reunimos para escuchar la Palabra de Dios, para celebrar la Eucaristía. Consecuentemente, no siendo lo más importante, porque lo más importante es el cultivo del templo espiritual, que es cada uno de los cristianos, eso no resta a la afirmación de que tenemos que tener templos, para siguiendo la costumbre apostólica, escuchar la palabra de Dios, celebrar la Eucaristía y administrar la Caridad.

 

 

En la restauración de Camarma participaron diversas instituciones: la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Camarma, la diócesis y la parroquia. ¿Fue muy difícil coordinar los trabajos?

No fue difícil, aunque las mismas labores de coordinación de todos esos trabajos son difíciles, lo pudo hacer la buena fe de cada cristiano y la inmensa caridad de cada uno. Aquello se pudo hacer gracias la comunión cristiana de todos.

 

Por último, para los lectores de nuestra página web, en este mes que celebramos la patrona de Camarma, la Virgen del Rosario, dedíquenos unas palabras.

Me gustaría resalta que esas fiestas en honor a la Virgen del Rosario, que se manifiestan en hecho exteriores, que manifiesten un sentir profundo espiritual, es decir, que todos los festejos que realicemos en Camarma sean expresión y manifestación del amor inmenso que tenemos a la Virgen. 

JUAN MANUEL, párroco de Camarma

¿Cómo fue el entorno en el que creciste?

Mi familia siempre fue muy humilde y muy cristiana, valores que nos inculcaron desde muy pequeños. Mis dos padres trabajaban mañana y tarde, y eso te enseña el valor del trabajo y el compromiso. Desde los 5 años empecé en el CHA, Colegio Huérfanos de la Armada, y cursé allí todos los estudios básicos hasta el COU, o lo que hoy sería 2º de bachillerato. Tuve la suerte de estar en ese colegio después como profesor.

 

¿Por qué el CHA?

Mi padre y mi tío estudiaron en ese colegio por pleno derecho al ser huérfanos de padre, el cual murió en un barco en 1935. Mi abuelo era capitán de navío, y mi padre quería que recibiésemos la misma educción que él había recibido.

 

¿De dónde proviene tu vocación? 

Es difícil decirlo, pero la primera vez que pensé en ello fue en la Jornada Mundial de la Juventud de Santiago de Compostela en 1989, pero de manera muy inconsciente.

 

¿Siempre supiste que querías ser sacerdote?

Que va, siempre pensé en ser de la armada, y cuando eso no fue posible por “mis pies cabos”, decidí estudiar derecho, pero un 19 de marzo de 1992 cambiaron las cosas. Y durante una exposición del Santísimo, sentí que el señor me llamaba a servirle en el sacerdocio. Entonces, fui al seminario de Madrid, pero allí las cosas eran un poco difíciles.

 

¿Y qué pasó en el seminario de Madrid?

Aunque en aquel entonces no lo viví así, con la prospectiva que te da el tiempo, puedo decir que se sumaron los grandes trenes, mi formador y yo; y este me invitó a estudiar una carrera civil, y a que dejara el seminario. El sacerdote con el que me dirigía espiritualmente me indicó que lo mejor era que me fuera a Pamplona, que allí había un Colegio Mayor donde estudiaban jóvenes con mi misma situación, que estudiaban en la facultad de teología de la Universidad de Navarra.

 

¿Por qué en Navarra?

El prestigio de esa facultad en esa época era impresionante, y era una manera de hacer caso al formador del seminario de Madrid, y empezar mis estudios para no perder tiempo. El tema era difícil porque mis padres no tenían recursos para poderme pagar una universidad privada y menos un colegio mayor, por lo que me puse a trabajar de camarero para poder tener algo de dinero y empezar mis estudios allí. Tuve la suerte de recibir varias becas parciales de varias asociaciones que me ayudaron, y luego del Obispo de Alcalá. Además, en la facultad conseguí un pequeño trabajo de apoyo a un profesor, que me ayudó mucho.

 

¿Y por qué en Alcalá?

La Diócesis de Alcalá, de la que ahora se cumplen 25 años de su restauración, comenzó sin nada: un obispo, un montón de parroquias, unos sacerdotes y un grupo de fieles muy comprometidos, pero no tenía seminario ni seminaristas. Don Manuel Ureña, que fue el primer obispo, tuvo siempre muy claro que lo importante eran los seminaristas. En uno de sus viajes a la Universidad de Navarra, pues era Patrono Estable de la universidad, me lo presentaron, y al ser del norte de Madrid, me aceptó como seminarista, y pasé allí mismo, en Pamplona, al Colegio Internacional Bidasoa, donde había ya otros siete seminaristas de Alcalá.

 

¿Cómo recuerdas los años del seminario?

De manera muy entrañable. Doy muchas gracias a Dios por esa oportunidad, porque pude convivir con seminaristas de los cinco continentes, y eso te abre mucho la mente, sobre todo para un joven madrileño que no había salido de su ciudad y no había tenido contacto con tanta gente tan diversa y enriquecedora. Allí estudié, trabajé, ayudaba en una parroquia junto a otros seminaristas a dar catequesis, y sobre todo me formaron para ser lo que hoy soy, para bien, y para mal.

 

¿Cómo recuerdas el día de tu ordenación?

La verdad es que tengo unos recuerdos muy vagos, quizás, porque la emociones fueron muy fuertes. Mi padre falleció 10 meses antes, y a mi madre le costó mucho asumirlo. Pero si hay algo que recuerdo como si fuera hoy, cuando concluyó la ceremonia, mientras la procesión de salida, decía en mi interior la oración de Simeón: “Ahora Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.” Muy bonito, ¿verdad? Ese día por la tarde celebré mi primera misa de difuntos por mi padre y confesé por primera vez, todo lleno de emotividad.

 

Empezaste en Coslada como coadjutor. ¿Qué recuerdas de aquella época?

Sí, me mandaron a la parroquia de San Pedro y Pablo de Coslada, estuve muy poco tiempo, pero allí tuve la oportunidad de conocer otras realidades eclesiales, como los cursillos de cristiandad, la legión de María, las cruzadas evangélicas. Fueron muy pocos meses, pero intensos.

 

¿Qué pasó para que estuvieras tan poco tiempo?

El Obispo me mandó a la parroquia de Santa Mónica de Rivas-Vaciamadrid porque hacía falta urgentemente un sacerdote que ayudara al párroco.

 

¿Cómo viviste la división de tu parroquia?

Fue una experiencia más, se creó la parroquia de San Maximiliano Kolbe, por lo que en Rivas ya había tres parroquias. El recuerdo que tengo ahora de toda esa época, me lleva a dar gracias a Dios por tantas experiencias tan enriquecedoras.

Antes has dicho que fuiste profesor, explícame eso.

Desde siempre la enseñanza me había llamado mucho la atención, y desde que me ordenaron, me ofrecieron la oportunidad de dar clases de Religión en el CHA. Para mí todo un honor y una experiencia tener de compañeros a los que habían sido profesores míos. Daba 24 horas semanales hasta el 2001.

 

Llegas a Camarma. Cuando llegaste, ¿esperabas estar tanto tiempo aquí?

Tomé posesión el 15 de octubre del 2000. La verdad es que no esperaba estar tanto tiempo aquí, pero desde ciertos puntos de vista, para mí en la parroquia actual, no llevo tanto. Cuando llegué había censados 1900 habitantes, ahora casi llegamos a los 7500, es un cambio y una evolución.

 

¿Cómo te encontraste la parroquia cuando llegaste?

La pregunta es un poco difícil de contestar, pero puedo decir que mis predecesores trabajaron mucho, y que en algunos campos me lo dejaron muy fácil.

 

Además, cuando te destinaron a Camarma tuviste que cumplir el servicio militar obligatorio. ¿Fue una época difícil?

Un poco si, aunque este dato no lo sabe mucha gente, porque gracias a Dios, logré que no afectara a la parroquia, aunque sí a mi salud, y terminé aquel año con un gran aviso de mi corazón por lo que los médicos me advirtieron que bajara el ritmo de vida, por lo que me dediqué solo a la parroquia y a recuperarme un poco

 

Actualmente eres profesor en el Colegio Internacional Santo Tomás de Aquino de Camarma. ¿Cómo empezaste a dar clases ahí?

Sí, cuando terminé de recuperarme se puso en marcha de nuevo el Colegio Intencional Santo Tomás de Aquino, aquí en nuestro municipio, y desde el principio me encantó la idea, y empecé a formar parte de él. Es un tipo de enseñanza distinta, en un entorno natural, donde se puede hacer realidad el concepto de enseñanza personalizada.

 

La parroquia ha cambiado mucho en estos 16 años que llevas aquí. De lo que has hecho en la parroquia en estos 16 años, ¿qué es lo que más te gusta? ¿Y lo que menos?

Otra pregunta difícil. Lo que más, haber podido acercar a Dios a las personas, algunas con muchos años de estar alejadas. Lo que menos, no haber sido capaz de llegar a más gente por mis carencias, defectos y pecados, le pido perdón a Dios todos los días por eso.

 

¿Cómo se ha vivido desde la parroquia el boom que ha sufrido Camarma de aumento de población?

 

Como decía antes, el crecimiento ha sido en momentos claros, es por eso que la sensación que me da al mirar, es que no llevo tanto tiempo en la parroquia, sino que en estos años he estado en tres parroquiales distintas, porque las cosas han cambiado.

 

¿Cómo te involucraste en la JMJ?

En el año 2010, ante las previsiones de la afluencia de muchos jóvenes a la JMJ de Madrid, los Obispos de la provincia eclesiástica hicieron varios equipos de trabajo con sacerdotes de sus diócesis. En la nuestra, el peso le tocó a nuestro Vicario General Don Florentino, y como ya había trabajo con él… me uní al trabajo, hasta lo más profundo, pues fueron unos meses de muchos trabajos, pero con mucha ilusión.

 

Pero la JMJ no es el único trabajo que has hecho en el Obispado…

Bueno, hace años estuve colaborando en la Oficina Técnica del Obispado de Alcalá de Henares, para la reforma de las casas parroquiales, pero, sobre todo, el mayor trabajo fue la gestión de la homologación y legalización de los depósitos de gasoil de las parroquias, eso me ayudó mucho a conocer mejor nuestra diócesis.

 

En los últimos años has tenido varios problemas de salud, que te han impedido ejercer al 100 %. ¿Vamos a ver este año al párroco al 100 %?

El 100% lo tendremos en la eternidad. Creo que, aunque desde el año 2011

mi salud no ha sido muy exquisita, con mucha humildad, pienso que la parroquia no ha dejado de estar atendida 100%. Quizás en los últimos meses, junio, julio y agosto, debido a mi baja médica se haya sentido algo, pero ningún día se ha dejado de celebrar los sacramentos en la parroquia, se ha atendido el despacho, se ha realizado con normalidad la catequesis, la hoja parroquial y demás publicaciones se realizan mensualmente; las celebraciones tradicionales se han celebrado, Caritas no sólo no ha parado, sino que ha aumentado su acción. En fin, creo que alguna persona puede que no esté contenta, pero en líneas generales creo que la parroquia ha estado siempre al 100%, aunque su párroco no lo esté, y según me dicen los médicos no lo estaré, pero el físico no lo es todo, y gracias a Dios, la cabeza todavía la tengo en su sitio.

 

¿Por qué es tan difícil que en Camarma se forme un grupo de jóvenes católicos?

La dificultad proviene del enfrentamiento generacional y la diferencia entre pueblo y ciudad. A los jóvenes el pueblo les queda chico, sus miras son muy altas, y nuestro pequeño municipio les queda muy, muy pequeño. Además las pequeñas rencillas de los pueblos y los dimes y diretes de las gentes les superan. Pero no obstante sí quiero decir, que en nuestra parroquia hay muchos jóvenes cristianos practicantes, que, aunque no hacen un grupo, sí viven su fe y su vida cristiana aquí y en otras parroquias. Estoy muy orgulloso de ellos, porque en el mundo de hoy no es fácil hacerlo, y algunos son muy heroicos, ya que desde sus ambientes luchan por no ser comidos por la ballena de la indiferencia religiosa desde sus universidades, la radio, los hospitales, los trabajos como becarios… Además, cuando los necesitas, están ahí.

 

Y después de Camarma, ¿qué?

Lo que Dios y la Iglesia me encomienden.

 

Para terminar, el test

Un lugar:

Santiago de Compostela

Un momento

Mi ordenación sacerdotal

Un libro

La Fuga del no ser, de Rogelio Rovira

Una película

Strak Trek

Una canción:

Me gusta la palabra libertad de José Luis Perales

Una comida

Huevos fritos con chorizo

Un lema

La Libertad de los hijos de Dios

 

CARLOS LANDONG, SACERDOTE

Entrevista a Carlos Langdon

Naciste en Cambridge, en Inglaterra, pero te has criado en Cobeña. ¿Vaya cambio, no?

Mis padres se casaron en Madrid, y al poco tiempo mi padre, que había estudiado toda su vida en Inglaterra, aceptó una oferta de trabajo en ese país. Ambos se fueron a vivir a Cambridge. Allí nací yo, y también fui bautizado.

Realmente no noté el cambio, porque a los pocos meses de nacer, nos desplazamos a Madrid. De hecho, como es natural, no tengo ningún recuerdo de mi estancia en Inglaterra.

A los pocos años de vivir en Madrid, cuando comenzaron a nacer mis hermanos, nos mudamos a una casa más grande en Cobeña, donde he vivido prácticamente toda mi vida.

¿Cómo se vivía la fe en tu casa cuando eras pequeño?

Gracias a Dios mis padres nos inculcaron la fe desde pequeños. Eso es algo que agradeceré toda mi vida.

Y lo hicieron de un modo muy natural: las oraciones de la noche antes de acostarnos, el ofrecimiento del día al levantarnos, el ángelus al mediodía, las bendiciones antes de comer… De vez en cuando también rezábamos el rosario en algún viaje largo en el coche. Y por supuesto, la misa dominical en familia.

También, a partir de su ejemplo, aprendíamos las virtudes humanas y el modo de vivir en presencia de Dios durante el día.

La adolescencia es una etapa de profundos cambios, donde las amistades nos influyen mucho… ¿Cómo hiciste para compatibilizar adecuadamente esa etapa con tu fe?

En el colegio hice amistad con chicos afines a mí, aunque en general siempre me he llevado bien con toda clase de compañeros. Por otra parte, durante los años de adolescencia frecuenté un club juvenil de la Obra donde realizábamos actividades con otros jóvenes, deporte, obras de voluntariado con pobres, campamentos, etc. También allí pude profundizar la formación cristiana que me dieron mis padres a través de meditaciones que nos daban los sacerdotes, charlas para trabajar algún aspecto de la vida espiritual, etc.

Sin duda todo eso ayudó a que no me desviara del camino. Siempre tuve conciencia clara de que las amistades pueden influir mucho en la vivencia de la fe, para bien o para mal.

 

¿Alguna vez, cuando eras pequeño (o no tan pequeño) pensaste en ser sacerdote?

La verdad es que, hasta los 23-24 años, nunca me lo planteé seriamente. Mi hermano Borja, dos años más joven que yo, sí que lo tenía claro desde que era muy pequeño. Yo en cambio, tenía otros proyectos de vida en mente, y aunque en ningún momento me cerré en banda a la posibilidad de ser sacerdote, realmente no percibí que el Señor me llamara hasta mucho después.

¿De dónde crees que proviene tu vocación?

Dios se vale de muchas personas y situaciones presentes en la vida de cada uno para darnos a conocer su voluntad. Pero, en definitiva, tengo la certeza de que su llamada, y no otra cosa, es el origen último de mi vocación.

Creo que en mi caso ha sido decisivo conocer algunos sacerdotes que han dejado una huella muy grande en mí. Uno de los cuales, por cierto, insinuó que podría tener vocación al sacerdocio cuando yo apenas empezaba a estudiar en la universidad.

También tenía referentes familiares. No sólo a mi hermano Borja, que se mantuvo fiel durante muchos años a ese deseo de ser sacerdote, sino también a mi difunto tío Enrique, que fue el primer sacerdote de la familia.

Tú estudiabas Psicología, ¿cuándo y cómo te diste cuenta de que ese no era el camino que querías seguir?

Durante los últimos años de carrera empecé a barruntarlo. Aunque por aquel entonces tenía mis planes trazados: terminar la carrera, opositar, y ejercer la psicología clínica. Sin embargo, Dios me dio a conocer el plan que Él tenía para mí. Y yo tenía claro que hacer su voluntad es el camino más rápido para ser feliz.

¿Te costó asumir que Dios tenía otros planes para ti?

En absoluto. De hecho es algo que siempre tuve en la recamara. Y nunca me cerré a esa posibilidad.

Ciertamente, al principio da un poco de vértigo, porque sabes que es algo que condicionará el resto de tu vida. Pero la alegría de saber cuál es tu misión en la vida es muy superior a esos miedos iniciales.

¿Cómo fue el día que dejaste de plantearte si querías ser sacerdote y tomaste la decisión?

Realmente fui descubriendo la vocación poco a poco. En mi oración le pedía a Dios que me diera luz, y que me ayudara a responder con generosidad.

Y progresivamente Dios fue infundiendo en mí un atractivo cada vez mayor hacia el ministerio sacerdotal. Aunque si tuviera que hablar de un momento fuerte de gracia y clarividencia, diría que fue durante unos ejercicios espirituales que hice a los 24 años (aunque ya iba bastante “tocado”).

¿Qué le pareció a tu familia?

Gracias a Dios muy bien. Mis padres se alegraron mucho, y en todo momento me alentaron a seguir la voluntad de Dios. Tengo que decir que ellos también intuyeron mi vocación durante el tiempo en que me lo estuve planteando con más seriedad.

¿Influyó la vocación de tu hermano Borja de alguna forma en la tuya?

Estoy seguro de ello. Saber que mi hermano conocía su vocación hacía que yo me preguntara acerca de la mía. Además, la vocación sacerdotal a la que él se sentía llamado siempre me resultó particularmente “amable”.

Por otra parte, a través de mi hermano conocí el seminario diocesano de Alcalá, y eso siempre ayuda a vencer algunas incertidumbres. Fue bonito coincidir con él en el seminario dos años, antes de que fuera ordenado.

¿Cómo es tu relación con Borja?

Desde siempre ha sido muy buena. Además, en general somos muy afines. Compartimos muchos gustos e intereses.

Ahora que somos también “hermanos en el sacerdocio”, me apoyo mucho en él. Aunque soy mayor que él en edad, la realidad es que él es mayor que yo en esta andadura (lleva cuatro años ordenado, y yo sólo unos meses), y aprovecho para preguntarle mucho y dejarme aconsejar.

Sois dos sacerdotes jóvenes, algo que no se ve normalmente, por desgracia. ¿Crees que vivimos una época de falta de vocaciones? ¿Por qué?

Sinceramente creo que el problema está antes: en la familia. Al menos, en mi experiencia tengo que decir que la familia que Dios me ha dado ha sido decisiva para poder conocerle y para poder responder a su llamada.

Evidentemente Dios se da a conocer por mil y un caminos, y no se restringe a uno sólo, pero creo que el seno de una familia cristiana es el fermento perfecto para que broten las vocaciones.

Parece que Dios tiene particular preferencia por este medio. Ya desde el Antiguo Testamento, y de la importancia de la familia en la mentalidad del pueblo judío, tenemos pruebas claras de que Dios se sirve de esta realidad para darse a conocer de un modo privilegiado. Quizá porque el mismo Dios también es “familia”: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¿Cómo fueron tus años en el seminario?

Yo diría que fueron años de especial maduración. Cuando uno entra en el seminario, puede pensar que prácticamente está listo para ser sacerdote. Que quizá sólo necesita algo de formación teológica y litúrgica, y ya está. Y puede pensar que para eso están los años del seminario. Creo que esto es normal que suceda, porque uno está ilusionado por ser sacerdote y quiere ponerse cuanto antes “manos a la obra”.

Pero la realidad es que en general es necesario madurar la vocación, y darse cuenta de lo que realmente significa el sacerdocio, al menos en parte (porque esto es tarea de toda una vida). Los Apóstoles también necesitaron un tiempo de maduración y de continua conversión.

¿Cómo ha sido tu experiencia en mi parroquia?

Ha sido una experiencia muy bonita y enriquecedora. Me ha hecho darme cuenta un poco más de la responsabilidad que tenemos los sacerdotes, particularmente aquellos que están a cargo de una comunidad.

También he reconocido la particular importancia que tienen los sacramentos para la vida cristiana, en especial los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia, que he podido administrar diariamente en la parroquia. A través de ellos percibo cada vez más cómo el Espíritu Santo cambia el corazón de las personas y edifica el pueblo cristiano.

Quiero aprovechar para dar las gracias a todos, porque estuve muy a gusto. Me llevo un buen recuerdo de mi primer “destino” pastoral desde que soy sacerdote, aunque fuera sustituyendo al párroco durante unas semanas.

Tu familia se hizo tristemente conocida aquella noche del 1 de noviembre de 2012. ¿Cómo viviste esos momentos tan duros? ¿Te ayudó tu fe?

Evidentemente la muerte de mi hermana en el Madrid Arena ha sido uno de los episodios más traumáticos y dolorosos de nuestras vidas. Ha dejado en nosotros una herida muy profunda que nunca terminará de curarse aquí en la tierra.

Sin embargo, también tengo que decir que vivir esos momentos con fe, ha cambiado por completo el modo de asumirlos. Tenemos la certeza de que no hay nada de lo que pueda acontecer aquí en la tierra que no haya sido previsto por Dios.

El dolor está presente, eso no lo podremos negar nunca, pero vivirlo desde la esperanza en que existe una vida más allá de ésta, y un Padre que nos espera, nos ayuda enormemente a sobrellevar este sufrimiento.

¿Cómo era tu relación con tu hermana Belén?

Mi hermana era una persona que se dejaba querer allí donde se encontrara. Prueba de ello es la cantidad de amigas que tenía y que nos acompañaron durante los días en que se encontraba ingresada en el hospital, y más adelante, cuando ya había fallecido, en la misa funeral que celebramos en Alcalá. Hay que decir que su compañía y su oración, y la de tanta gente que no la conoció directamente pero que quedó consternada por la noticia y quiso acompañarnos, ha sido de gran ayuda para nosotros y es algo de lo que estaremos siempre profundamente agradecidos.

En mi familia gracias a Dios todos nos queremos mucho y estamos muy unidos (no tengo duda de que eso también ha sido clave para poder superar su muerte). La relación que teníamos con Belén era muy buena, estoy seguro que en gran parte era fruto de su carácter y simpatía. Siempre hacíamos muchas bromas, y nos queríamos mucho. Además, mi hermana tenía muchas virtudes, aunque nunca presumía de ellas. Yo resaltaría su alegría y su generosidad.

Dios me ha llamado para seguirle desde el sacerdocio, una vocación al servicio de los demás, y espero que me ayude en mi ministerio tener presente lo servicial y generosa que mi hermana era con todos.

¿Cómo afrontas tu nueva etapa ante tu próximo primer destino pastoral?

De momento estoy centrado en el presente. Ahora mismo estoy haciendo sustituciones por varias parroquias de nuestra Diócesis.

A partir de septiembre empezaré en mi primer destino pastoral como coadjutor de la parroquia Santa Mónica de Rivas Vaciamadrid. Sólo espero desempeñar mi ministerio con humildad y generosidad, y eso le pido a Dios.

Aprovecho para encomendarme a las oraciones de todos los lectores.

Para Terminar

¿Un libro? Probablemente “El Señor de los Anillos”, de J. R. R. Tolkien.

¿Una película? ¡Uf, muy difícil! No sabría decir…

¿Una canción? Por ejemplo, “Man in the mirror”, de Michael Jackson.

¿Un lema? El de mi Ordenación Sacerdotal: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68).

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ALMA HOSPITALE, ACADÉMICA

Alma Hospitalé, Académica Correspondiente de la Real Academia Española

“Saber una Lengua es saber usarla. Si nosotros enseñamos a usar bien una lengua a nuestros alumnos, les damos poder”

NATXO DE GAMÓN

Pregunta (P): ¿De dónde proviene tu vocación?

Respuesta (R): Mi vocación nació desde muy niña, porque mi vocación ha sido siempre la docencia. Tanto es así, que yo siempre digo que si volviera a nacer, volvería a ser docente. Todo lo que aprendía en la escuela se lo enseñaba después a las plantas de mi madre. Así que fui haciendo los estudios que me correspondían por la edad y, cuando llegué al Bachillerato, decidí seguir los estudios de Profesorado de Lengua y Literatura, gracias a un profesor que me dejaba fascinada con sus clases de Literatura. En ellas no me hacía falta ni tomar apuntes, sólo con escucharle ya recordaba todo lo que decía.

P: ¿Cómo recuerdas tu etapa de estudios?

R: Feliz. Los primeros años de estudio los hice en mi pueblo, que estaba a unos 100 kilómetros de Montevideo, la capital de Uruguay. Así que mis padres, para que yo tuviera una mejor educación, decidieron enviarme a Montevideo cuando yo tenía 8 años. Pero siempre fue una etapa feliz porque a mí me gustaba estudiar, y además tenía muy buenas amigas y compañeras, con las que incluso hasta el día de hoy sigo manteniendo la amistad.

P: ¿Cómo fueron tus comienzos en el mundo de la enseñanza?

R: Hice mis estudios de Profesorado, que duraban 4 años y después, para poder ser profesora de la Enseñanza Secundaria, concursé en una oposición para elegir mi cátedra. Primero trabajé con alumnos de 1º y 2º de Liceo (que aquí en España equivaldría a 1º y 2º de la ESO). Luego también comencé a dar clase a futuros docentes, de Magisterio y de Profesorado ( licenciados). Siempre, durante toda mi vida ejercí la docencia y nunca supuso para mí algo costoso, todo lo contrario.

P: Pero… ¿cómo es el comienzo? Terminas los estudios y…

R: Termino los estudios y… fue muy curioso. Yo hacía Profesorado de Lengua y Literatura, porque entendía que ambos iban muy unidos. Entendía que para interpretar la Literatura, tenía que saber también mucho de Lengua. La Literatura no sólo consiste en estudiar los sentimientos de un literato, sino también en analizar su estilo, cómo escribe, de qué forma expresa, lo que siente… Yo hacía ambos profesorados (licenciaturas), aunque sólo pensaba en dar clases de Literatura. Pero en el momento en el que terminé los estudios, surgió el concurso, y no había plazas para esta asignatura. Así que me tuve que presentar al concurso de Lengua. Y desde entonces siempre he trabajado en ella, hasta llegar a la Academia.

P: ¿Cómo es la llegada a la Academia Nacional de Letras del Uruguay?

R: Como yo estaba trabajando en Lengua, y me destacaba en los estudios lingüísticos, me propusieron como Académica de Número en el Pleno de la Academia. Pero todo esto llega tras haber progresado muchísimo en mi profesión. Primero, dando clases en la Educación Secundaria. Después, siendo directora. A la vez, me nombraron inspectora de Educación. Y siendo directora e inspectora, yo seguía dando clase a futuros profesores y maestros. Y mientras, hacía trabajos de investigación. Fue entonces cuando los académicos del momento me propusieron en el Pleno. Presentaron mi trayectoria, las investigaciones y las publica iones que estaba haciendo, etc. y fui elegida académica de número en el año 1997.

P: ¿En qué consiste tu trabajo en la Academia?

R: En la Academia desarrollé un trabajo muy fecundo, también. Trabajábamos desde diferentes comisiones y procurábamos y fomentábamos un uso adecuado y un desarrollo de la Lengua Española en Uruguay, y que se conociera la Lengua. En mi discurso de iniciación en la Academia, la idea fundamental era que saber una Lengua es saber usarla. Si nosotros enseñamos a usar bien una lengua a nuestros alumnos, les damos poder. Creo que lo que tenemos que transmitir y enseñar los profesores es, fundamentalmente, una competencia comunicativa. Eso significa saber usar una lengua, saber dónde usarla, cuándo, con quién… porque, cuando nosotros tenemos un diálogo con otra persona, estamos tomando una posición, y eso hay que tenerlo en cuenta y saberlo manejar, por eso siempre he creído que saber usar bien una lengua es tener un poder comunicativo en las manos.

P: Antes hemos pasado de puntillas por tu etapa como inspectora de Educación…

R: Sí, fui inspectora de Lengua.

P: Háblame un poco de tu época de inspectora

R: A la inspección se accede por concurso. Mi carrera docente siempre fue a través de concursos, nunca fue sin presentarme a una oposición. Cuando accedí a la inspección, éramos seis inspectores de Lengua que nos dividíamos el país, hacíamos las visitas a los centros educativos de los diferentes departamentos, orientábamos a los profesores, visitábamos sus clases. Y luego nos tocaba la tarea más difícil, que era la calificación, porque siempre en esa calificación entran muchos elementos, objetivos y subjetivos, y depende mucho del sitio donde está el profesor, no es lo mismo trabajar en Montevideo que a 500 kilómetros, en Rivera, por ejemplo. Para mí, esa etapa fue muy fructífera, igual que la etapa de dirección, y aprendí mucho de mis profesores. Uno cree siempre, cuando llega a esos puestos, que todo el mundo trabaja como trabaja uno, y no es así, hay un crisol de experiencias y de trabajo que es necesario comprender para poder orientarlos y reeducarlos muchas veces. Fue un trabajo muy fructífero y muy agradable. Yo no hubiera salido nunca de la inspección.

P: Y entonces, ¿por qué saliste?

Cuando llevaba 10 años de inspectora, hubo una Reforma Educativa muy grande en Uruguay. Era el año 1996, y quien dirigió la Reforma Educativa fue el director del Consejo Directivo Central, el profesor Germán Rama, destacado universalmente, que venía de trabajar en París, en La Sorbona, de trabajar en Estados Unidos… Venía con un bagaje impresionante de estudios. Rama, además, se había formado en Uruguay, era profesor de Literatura y con la dictadura había tenido que emigrar, pero dada su labor sumamente destacada, lo llamaron a Uruguay para ser el director del Consejo Directivo Central que regula el ámbito escolar y de formación docente, órgano competente e independiente en sus decisiones del Ministerio de Educación.

Entonces, Germán Rama pasa a ser el director de ese Consejo formado por 5 personas.  Yo, inmediatamente, adherí a la Reforma de Germán Rama, “el profesor”, que era como le decíamos, porque él sostenía que el estudio de la Lengua debía prolongarse durante todos los años de estudio, cosa que yo creo que es fundamental. Creo que cortar el estudio de la lengua en un segundo año de Liceo, como sucedía entonces, no permitía,  bajo mi opinión, que se maduraran suficientemente los aspectos, por ejemplo, sintácticos del uso de la Lengua; al alumno de 2º de Liceo le cuesta concretar, entonces, esos conceptos tan abstractos se le pierden, y es necesario que se sigan cimentando.

Como te decía a mí me gustó mucho desde el principio esa Reforma, a la que no se adhirieron todos mis compañeros, porque había cambios muy profundos para los que era necesario estudiar mucho, y, generalmente, se piden los cambios pero después en el momento de que se produzcan, uno se echa atrás.

P: ¿Cuál fue tu trabajo en esa Reforma Educativa liderada por Rama?

Bueno, el profesor Germán Rama nos citó para que asistiéramos a la Comisión Educativa del Senado para explicar su proyecto de Reforma. Habíamos quedado en ir todos los inspectores, era el día en el que iban todos los consejos: el de primaria, el de secundaria, la técnica, la universidad … y no se presenta ningún inspector. Yo estaba sola, me quería ir. ¿Qué hacía yo allí, sola, sin ninguno de mis compañeros? Pero bueno, me hicieron pasar y me senté con los consejos. Estaba presenciando cómo le hacían muchas preguntas al profesor Rama, porque había mucha controversia con los gremios, que no querían la reforma por lo que te dije antes.

Los distintos senadores le iban preguntando, y Rama iba contestando con mucha habilidad y ductilidad para hablar. Y de pronto, dice: “Yo les voy a decir: la educación es un problema de todos, es un problema de gobierno, no importa el color del gobierno, lo importante es que haya una línea que vaya siguiendo los mismos objetivos, porque si se corta de un gobiernos a otro, o por problemas gremiales, se perjudica a los estudiantes, pero yo de esto no les voy a hablar mucho, voy a pasar la palabra a una persona que como docente, como directora y como inspectora sabe mucho más que yo”. De repente, el profesor Rama me dio la palabra, y yo me quería morir, porque no iba preparada para todo eso. Pero, entonces, allí, hice prevalecer mi experiencia docente, lo que yo vivía con los chicos, con los padres y con los profesores. Conocía muy bien Uruguay, de cabo a rabo, porque en la Inspección nos íbamos turnando por departamentos y no había pueblito que no hubiéramos visitado: colegios públicos, privados, etc., así que relaté mi experiencia, nada más.

Cuando salimos de allí, me mandó decir que me quería como Secretaria Docente y yo le dije que no. Me negué, porque yo estaba muy contenta con la Inspección, pero me insistió y me insistió tanto que pasé a la Secretaría Docente, y allí tuve en mis manos un poco los hilos de toda esa Reforma que fue muy importante, pero después, cuando ganó el Frente Amplio se vino abajo, porque Rama pertenecía a otro partido político que no era el Frente, y se trastocó todo. Como pasa aquí con las leyes de educación, lamentablemente, porque todo nuestro esfuerzo y trabajo, jornadas de 10 y 12 horas de trabajo, todo eso se perdió.

P: Permíteme que volvamos a tu faceta como académica. ¿Cómo es tu día a día cuando formas parte de la Academia? Antes has comentado que fue una etapa muy fecunda…

R: Sí, porque el objetivo que se tiene en la Academia es enriquecer el idioma. Tenemos un lema que dice “Vetera servat, fovet nova” (“Conserva las cosas antiguas, promueve cosas nuevas”). En la Academia se hacen plenarios cada 15 días, se renuevan los académicos de número, se estudian propuestas, se estudian palabras que van enviadas desde aquí (desde la RAE), o palabras nuevas propuestas desde allí. Hay diversas comisiones: está la de Gramática, la de Lexicografía, la de Estudios Literarios, etc.

En mi caso, por ejemplo, fui presidenta de la Comisión de Gramática, pero también fui bibliotecaria, me encargué de hacer trabajos para los maestros, para publicar entre los maestros, escribí en el boletín de la Academia Nacional de Letras de Uruguay... Fue un trabajo muy agradable, donde tenía que volcar toda la experiencia y también tenía que estudiar mucho, porque para aceptar un vocablo o lo que fuere hay que conocer el material.

P: Hablabas de aceptar vocablos. ¿Cómo es el proceso?

R: Para introducir palabras en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) hay que seguir un largo proceso, que comienza en el Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española. Allí es donde se almacenan los datos para seleccionar y proponer al plenario de la Academia determinados términos para incluir.

El plenario, que se reúne todos los jueves, los estudia y los envía para que sean estudiados en todas las academias de la lengua, las cuales después de estudiarlos los devuelven a la RAE con las consideraciones oportunas.

Nuevamente va al plenario y allí se discute de nuevo, porque no todas las academias están de acuerdo, no todos los miembros de una academia están tampoco de acuerdo.

Por ejemplo, me comentó el director de la Real Academia que para acordar la palabra “globalización” estuvieron tres meses debatiendo hasta llegar a la definición final. Y es que interviene mucha gente. Y para que la palabra entre en el diccionario tiene que haber una amplia mayoría entre los miembros del plenario.

A título informativo, este último Diccionario, la 23ª Edición, que se presentó en octubre de 2014, tenía 93.111 entradas, mientras que el que se presentó en 2001 solo contaba con 88.431 entradas. Tiene 200.000 acepciones, de las cuales 19.000 son vocablos americanos. Tuvo 140.000 enmiendas que afectaron a 49.000 artículos y 1.350 vocablos eliminados.

Construir un diccionario lleva mucho tiempo, y además siempre está en proceso de reforma: hay adiciones, hay enmiendas y hay supresiones.

P: ¿Y qué motivos se siguen, por ejemplo, para suprimir una palabra?

R: Los motivos para suprimir palabras es que hayan caído en desuso. No sólo una palabra, sino a lo mejor solamente una acepción de una determinada palabra. Hay palabras que han caído en desuso porque no seguimos hablando como en el siglo XV. Por ejemplo, una de las acepciones de la palabra “femenino”, cuando aludía a débil y endeble, fue suprimida. Lo mismo ocurrió con la acepción de “masculino” que alude a varonil y enérgico.

En definitiva, depende mucho de la valoración social. La lengua la hacen los hablantes, lo que se recoge se lo hace porque es el uso, aunque no todo se recoge, por ejemplo, hay una lengua generacional que pasa con cada generación y no permanece.

Para poder trabajar incorporando, suprimiendo o adicionando hay diferentes fuentes: está el banco de datos, que tiene 400 millones de registros de textos actuales e históricos, está el fichero histórico de la Real Academia, que tiene más de 10 millones de papeletas léxicas y lexicográficas, y está la Unidad Interactiva, que es la que canaliza y promueve las sugerencias de los hablantes, porque los hablantes llaman a la Real Academia y dicen si están de acuerdo con tal o cual termino y eso se recoge y después se estudia. La Real Academia está muy en contacto con los usuarios de la lengua.

P: Aprovechando el tema de la inclusión o no de nuevos vocablos en el DRAE, ¿qué te parece que, por ejemplo, se haya incluido el término “cocreta”, que si bien atendiendo al criterio del uso extendido debe aparecer, no es una palabra correcta?

R: Lo que sucede es que por el uso se registra, pero luego va a estudio, y los lingüistas valorarán si la gente de mayor prestigio cultural la usa o no, y ahí irá incluida o no, después de todos los estudios pertinentes que hemos contado antes.

Yo siempre me acuerdo de la imagen que utilizaba Van Drijk, un importante estudioso de la lengua, que decía que la lengua es como un río helado: en la superficie se ve quieto, pero por debajo bulle.

A nosotros en cada etapa nos parece que la lengua se muestra estable, pero el hablante va incorporando nuevas palabras. La lengua es algo que nos identifica por la zona geográfica, el grupo social o generacional al que pertenecemos, etc.

Me sorprendió mucho el uso del laísmo (uso del pronombre la en vez del pronombre le como complemento directo), que aquí está tan extendido, pero en otras zonas no, incluso de España. En América no se utiliza, este es un punto que incluye la gramática descriptiva y que tiene algo de normativo, pero se da como un uso no recomendado.

Un artículo que leí de Eduardo Galiano, que me gustó mucho, “Celebración a la voz humana”, cuenta la historia de los indios jibaros, que cuando vencen al enemigo le reducen la cabeza hasta que les cabe en un puño, pero no le consideran vencido hasta que no le cosen la boca, de ahí la importancia de la palabra.

 

P: Vaya metáfora… Alma, no quiero centrarme sólo en el DRAE, porque aunque es el más importante, la Real Academia tiene más diccionarios aparte de ese…

R: Sí, por ejemplo, el Diccionario de americanismos, que para mí tiene un especial afecto, ya que por ser americana me concierne mucho. Se presentó en 2002 y ya está en proceso de revisión. Incorporó 70.000 voces, frases y locuciones americanas, con la particularidad que si ya están en el DRAE no figuran aquí, por lo que son totalmente nuevas. Y tiene 120.000 acepciones. Aquí encontramos voces que, si las utilizamos en España, no siempre nos entienden o conocen. Porque a pesar de que la lengua española es una sola porque tenemos una unidad formidable, sin embargo hay regionalismos, hay diferencias geográficas y hay diferencias sociales. Que hacen que nos distingamos, pero siempre nos entendemos, es muy lindo.

Yo fui asesora de este Diccionario de americanismos, así como de la gramática, formé la comisión consultiva y pasé horas y horas estudiando los términos uruguayos, y lo cierto es que fue muy gratificante.

P: Otra obra importante de la RAE es la Nueva gramática

R: Yo presidía la Comisión de Gramática en Uruguay, y por ese motivo, fui elegida asesora de la región rioplatense cuando hubo que hacer la Nueva gramática de la lengua española. La gramática anterior era de 1931, y en 1973 se había hecho un esbozo, pero se hacía necesaria una revisión de todo lo que había y una propuesta de una gramática sólida bien fundamentada. Por todo ello, se eligió como ponente principal a Ignacio Bosque, que es una eminencia lingüística. Y como lo que se pretendía era una gramática para todos los países de habla hispana, él eligió a siete asesores de diferentes puntos para que fueran asesorándolo en los diferentes capítulos que iba escribiendo, por eso yo fui elegida por la región rioplatense, formada por Uruguay y Argentina.

Era un estudio muy profundo el que se hizo, por eso se hizo luego el manual, para  gente no tan docta en lingüística, y luego se hizo la gramática básica, para el estudiante, siempre con el mismo criterio, pero disminuyendo la complejidad.

La mecánica de trabajo era la siguiente: él (Ignacio Bosque) nos mandaba a los siete asesores el borrador del escrito que había hecho del artículo. Nosotros lo leíamos y le hacíamos nuestras indicaciones y correcciones según la región en la que vivíamos, porque no estábamos todos de acuerdo. Después llegaban a España nuestras indicaciones, las estudiaba la Comisión de Gramática de la Real Academia Española, y después volvía a estudio de las diferentes academias, por lo que yo la volvía a recibir, pero desde otro punto de vista, y veía si habían tenido en cuenta lo que había yo enviado o no. Una vez estudiado en las diferentes academias, se devolvía a España para volver a estudiarlo. Por eso, nosotros empezamos a trabajar en el año 2003 y terminamos de trabajar en 2007, y hasta 2009 no se publicó.

P: ¿Qué importancia tiene la ortografía?

R: Es fundamental. La ortografía es muy importante para saber usar una lengua, y también para saber escribirla. Uno se da inmediatamente cuenta de si alguien conoce su lengua cuando escribe. Yo siempre dije que las entrevistas tendrían que ser manuscritas, porque cuando uno escribe sin corrector, muestra su conocimiento de la lengua, si sabe usarla. Por eso es tan importante el uso del diccionario. En la escuela deberíamos aprender el uso del diccionario, ya que con su uso enriquecemos nuestro vocabulario. Debería ser nuestro libro de cabecera.

P: ¿Cómo afectan las nuevas tecnologías a la evolución de la lengua?

R: Tienen una gran influencia. Siempre y cuando se utilicen bien, mejorarán el lenguaje. Por ejemplo, si las personas de los medios de comunicación utilizan bien el lenguaje, se fomentará que se mejore el lenguaje, pero si lo usan mal, la gente copia lo que está mal.

Todas las academias tienen ya su página web que permite hacer a la gente sus consultas, tenemos el diccionario a nuestro alcance en todo momento y podemos consultar cualquier duda. Son una herramienta que no podemos negar.

Yo creo que los medios de comunicación y los docentes tienen en su mano mejorar el uso de la lengua, y por supuesto, la familia. Cuando eres docente te das cuenta si el niño viene de un código restringido o un código elaborado: código restringido es aquel que usa siempre las mismas palabras, no tiene más repertorio, porque lo desconoce, el otro tiene un más amplio uso de la lengua.

P: Para terminar, quiero hacerte un cuestionario rápido:

P: Un momento de tu vida:

R: Tengo muchos, pero uno especial… Mi casamiento.

P: Un libro:

R: Tengo muchísimos, pero uno que me haya marcado es Motivos de Proteo, de José Enrique Rodó. Es un libro de parábolas, y dentro de ellas está la despedida de Gorgias, un filósofo que al ir a tomar la cicuta se despide de sus alumnos, y termina la parábola levantando la copa con ellos y diciendo: “Por aquel que entre nosotros me venza con honor”. Cuando lo leo se me eriza mi piel.

P: Una película:       

R: Lo que el viento se llevó.

P: Un lugar:

R: Montevideo, la capital de Uruguay.

P: Una comida:       

R: Los ravioles de mi abuela y de mi suegro.

P: Una canción:       

R: Los tangos, pero, específicamente, Sur.

P: Un lema:

R: El de mi Academia: Vetera servat, fovet nova (“Conserva las cosas antiguas, promueve cosas nuevas”). Creo que es mantenerse siempre abierto a todo lo nuevo, sin despreciar todo lo que fue.

 

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GUMERSINDO CARMONA, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE BELENISTAS DE CAMARMA

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17/06/2018

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